VESTIRSE BIEN ES SENTIR: UNA PAUSA PARA EMPEZAR EL DÍA CONTIGO

 

Hay mañanas que empiezan en piloto automático.

Suena la alarma, apagamos sin pensar. A veces ni abrimos los ojos del todo antes de dar los primeros pasos del día. Nos metemos en la ducha, café rápido, revisamos el móvil. Y ahí está el armario. Lo abrimos como si fuera una máquina expendedora: primera prenda limpia, primer pantalón cómodo. Listo. Y ya estamos fuera. 

No es que esté mal. Es que quizás no nos damos cuenta de lo mucho que dejamos fuera cuando no nos incluimos en el ritual de vestirnos. Porque vestirnos no solo cubre el cuerpo - también puede abrigar el alma si lo hacemos con intención. 

Imagina esto: despertar con tiempo suficiente para habitar tu propia mañana. No solo estar en ella, sino estar contigo. Prepararte el desayuno sin prisa. Sentarte. Respirar. Preguntarte, antes de elegir el conjunto: ¿Cómo me siento hoy? ¿Qué necesito?

A veces necesitamos abrigo, otras veces queremos brillar. Hay días que piden colores fuertes, y otros que nos invitan a lo neutro. El acto de vestirnos puede ser un pequeño gesto de cuidado, una forma de acompañarnos en cómo nos sentimos sin tener que explicárselo a nadie. Solo reconocernos.

Porque ese vestido colorido que te alegra, esa chaqueta naranja que te da energía, esos zapatos suaves que no te apresuran...son detalles que pueden cambiar cómo atraviesas el día. 

Vestirse con presencia no es un lujo. Es forma. Es práctica de estar con una misma.

Y quizá, cuando nos elegimos con más conciencia cada mañana, el mundo que nos rodea se nos hace un poquito más amable también. 

0 comentarios

Dejar un comentario